viernes, 17 de noviembre de 2017

La vida se pasa rápido y, en el mejor de los casos son pocos los días que puedes decir que eres feliz, porque en estas cosas del mundo no se encuentra la plena felicidad. Ni siquiera en este mundo. Todo es una antesala para llegar a la plenitud, que sólo está y se encuentra en el Señor.

Al final, descubriremos que cambiamos oro por basura, pues todo lo de aquí abajo es caduco. Sólo perdura y vale el amor. El amor vivido como referencia de servicio proyectado en los demás. De modo que quien pierda su vida, la gana. Y quien, aparentemente, la gana aquí abajo, descubrirá que la pierde.

Conviene abrir los ojos y escrutar dentro de nuestro corazón, pues en él está impresa la huella de Dios. Ese Dios que nos busca y nos advierte que sólo en Él está esa vida gozosa y plena de felicidad que todos buscamos, y que, quizás dormidos por el tintineo del mundo equivocamos el camino.

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