Jesús no viene a curarnos las enfermedades de este mundo.
Jesús viene a salvarnos de la condena y muerte de este mundo, para darnos la
vida eterna. Otra cosa que se compadezca de nosotros en muchos momentos y nos
saque del apuro presente. Pero su misión no es esa. No busca fama ni
privilegios, ni que le sigan por curarlos.
Sólo deja de manifiesto que es bondadoso y misericordioso, y
que está dispuesto a perdonar y salvar a todos aquellos que se acogen a su
Misericordia y se reconocen pecadores. Esa es su verdadera misión y la que
quiere transmitirnos. No se trata de salvarnos ahora, sino de salvarnos de este
mundo para vivir en el definitivo, junto a Él y eternamente.
Necesitamos
comprender eso. No se trata de ir detrás de Él para obtener milagros y
curaciones, sino buscarle para que transforme nuestro corazón y nos salve.
Buscarle para que nos limpie nuestro leproso corazón de las lepras de este
mundo que nos someten y esclavizan. Porque, su Misericordia y Amor nos redimen
para siempre.
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