El primer mandamiento nos habla del amor a Dios. Y dice que
es el primero, y eso significa que es lo primero que tenemos que hacer sobre
todas las cosas. Luego, viene el segundo, que, el Señor, lo coloca semejante al
primero, y se trata de amar también a todos los hombres. Pero, eso no significa
que lo primero sea lo primero, es decir, amar a Dios sobre todas las cosas.
Y es el primero, porque para amar al prójimo necesitamos
amar a Dios primero. Porque, sin el amor de Dios no podremos amar al prójimo.
El prójimo que son, no sólo nuestros familiares y amigos, no sería entonces muy
difícil, sino los enemigos, los asesinos, delincuentes, mentirosos, los
agnósticos, los de otra religión…etc.
Y a esos nos será
imposible amarlos sin, primero, el amor de Dios. Necesitamos estar impregnados
del amor de Dios para poder amar a aquellos que no piensan como nosotros y
hasta nos hacen daño. Necesitamos mirar a Xto. Jesús para desde su mirada mirar
también a todos los hombres y poder amarlos como Él. Esa es la Voluntad de Dios
que nos amemos como Él nos ama, y para eso le necesitamos.
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