En el Evangelio de hoy Jesús nos envía a proclamar la Buena
Noticia, y dice que aquel que no cree se condenará. Por el contrario, afirma
que aquel que cree y se bautice se salvará. Lo lógico es que quien cree en
Jesús solicite el bautismo, y el que no cree no quiera el bautizo. Cada cual
tendrá su responsabilidad.
Todos conocemos, incluso en nuestras propias familias,
personas que no se han bautizados. No es el caso de aquel que no sabe nada de
Jesús, sino personas que le rechazan y no quieren saber nada de Él. Por lo
tanto, son ellos los que se excluyen y se condenan.
También, Jesús se
dirige a nosotros, a los que creen, y nos envía con los mismos poderes que a
sus apóstoles. Hemos recibido el Espíritu Santo en nuestro Bautismo y estamos
llamados, injertados en El, a proclamar el Evangelio, confiados y auxiliados
por su Gracia. Porque es el Señor quien actúa en nosotros.
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