miércoles, 31 de enero de 2018

Jesús le puso palabras a ese rechazo que solemos hacer de lo conocido: “Nadie es profeta en su tierra” y eso ha llegado hasta nuestros días. La realidad es que sucede, y siempre cuesta más destacar o ser reconocido entre los tuyos. Lo desconocido nos parece de más importancia y les prestamos más atención.

Jesús, el Señor, experimentó eso en su propia carne. En su pueblo no fue reconocido y sus Palabras como sus milagros fueron obviados y minimizados. Para ello no era más que el hijo del carpintero y de la joven y sencilla María, y sus discípulos jóvenes  y conocidos del pueblo.

También hoy sigue ocurriendo lo mismo. Los que nos hablan de Él son amigos nuestros, conocidos o familia, y no le damos crédito a sus palabras. Les conocemos y sabemos de dónde vienen y quiénes son, y no nos merecen fiabilidad. Pero, tampoco ni a su Palabra ni a su Iglesia le hacemos caso. Siempre habrá más posibilidad si la Palabra del Señor nos llega de alguien desconocido.

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