Vivir en la verdad es la aspiración de todo hombre. Nadie
quiere ser engañado y todos nos cercioramos ante una propuesta para asegurarnos
que se trata de una verdad y no mentira. Jesús nos ha dicho que Él es el
Camino, la Verdad y la Vida. Y no ha quedado sólo en palabras, sino que lo ha
demostrado. Sus milagros y su coherencia así lo prueban.
Pero, ver esa verdad exige abrir bien los ojos. No para ver
el mundo que tienes delante, sino verte a ti mismo y descubrir tus miserias y
tus pecados. Ver cómo te resistes al amor cuando experimentas que cuando amas
es cuando realmente eres feliz. Luego, ¿qué te ocurre? Experimentas que no
puedes libertarte y necesitas a alguien que te ayude a romper esas cadenas que
te esclavizan.
Y eso exige ver, ver
la Verdad y darte cuenta que sólo Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Y
sólo Él puede liberarte de esos pecados y miseria que te encadenan y
esclavizan. Por eso, tienes que buscarle y gritarle, como aquel ciego Bartimeo,
para que abra tus ojos y puedas ver. Ver esa Verdad que te hará libre.
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