domingo, 28 de enero de 2018

Nos sorprende oír y escuchar a Alguien que tiene plena confianza en Él mismo. Eso nos resulta muy sorprendente y novedoso. Fue lo que ocurrió con Jesús de Nazaret. La gente se admiraba de cómo enseñaba y con la autoridad que lo decía. Estaba seguro de sus Palabras, porque tenía confianza en su Padre, que lo había enviado.

Y todo lo que decía tenía inmediato cumplimiento. Todo se sometía a su Palabra y a su Poder. Hasta los espíritus inmundos le obedecían. Eso era algo inaudito, pues nunca se había visto nada igual. Sorprendía esa forma de enseñar y de decir las cosas. Todos se admiraban de su forma de proclamar y su fama crecía por toda la comarca.

Pero, ¿qué nos ocurre a nosotros? ¿Nos fiamos de su Palabra? ¿Distinguimos y experimentamos esa autoridad de la que se habla? ¿Creemos que realmente es el Mesías enviado y que nos salva y libera del pecado? ¿O pensamos que es uno más? Dar respuesta a esas preguntas nos pondrá en el lugar que realmente ocupamos hoy respecto a Jesús.

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