El camino que acabamos de iniciar nos invita a convertirnos
y a creer en el Evangelio. Es la esperanza de la promesa que nos salva. Somos
invitados a creer en la Palabra de Jesús y a convertirnos, que significa
cambiar el rumbo de nuestra orientación en la vida y seguirle. Y cambiar
significa dar la vuelta y tomar la dirección que lleva Jesús.
Pero, no significa eso que vamos solos ante los peligros,
sino que Jesús nos acompaña y nos va señalando el camino de cada día. La
batalla es diaria y cada día empieza una nueva a la que nos enfrentamos
asistidos por el Espíritu Santo. Tenemos las mejores condiciones para vencer y
salir victorioso, aunque eso no significa que será fácil.
Habrá momentos de
mucha oscuridad, de confusión y desánimo, que nos invitarán a la retirada y al
abandono. Serán momentos de desfallecimiento y de tinieblas, pero nunca
estaremos solos aunque todo nos indique que sí. Jesús está con nosotros y nos
invita a creer y tener confianza en Él. Sostengamos nuestra mirada y confiemos
en el Señor. La victoria llegará.
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