El testimonio de los apóstoles nos ayuda mucho, pero lo
único válido y en donde tenemos que apoyar toda nuestra confianza es en la
Palabra de Dios, que nos ha sido transmitida por testigos oculares que vivieron
con Jesús y le siguieron. Y que fueron testigos de su Resurrección.
Él es el Testigo principal, el Mesías enviado y el que nos
revela el amor del Padre. Su Palabra es Palabra de Vida Eterna y en Él se
cumplen todas las profecías. El es el Cordero de Dios que es subido al leño de
la Cruz y muere por la salvación de todos nosotros. Él es el que muere por
abrirnos el camino de salvación ante la trampa que el mundo nos pone.
Él es el único signo
en el que debemos confiar y poner todas nuestras esperanzas, porque es Él el
verdadero Camino, Verdad y Vida. Todo lo demás puede ayudarnos, pero sólo la fe
confiada en el Señor es el camino que nos conduce a la Casa del Padre.
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