La naturaleza humana está herida. Es egoísta por naturaleza
y se siente inclinada irremisiblemente a satisfacer su ego propio, incluso
pasando por encima del otro. Este egoísmo crea el sistema neo-capitalista que
pone al dinero y al lucro por encima de la persona humana.
Ante esa realidad, el hombre necesita una asistencia
sobrehumana para poder renunciar a sí mismo y liberarse de esa esclavitud que
le aprisiona y le condena al desamor. Y sin amor será imposible vivir y
alcanzar la paz y la felicidad. En este sentido, el perdón es la puerta que
conduce al gozo y la felicidad.
Porque, la felicidad
no está en el dinero. De modo que, el neocapitalismo lleva al hombre a su
perdición, porque tras el cúmulo de riquezas no hay nada sino la muerte. Y el
único que nos salva de la muerte y la perdición es el Señor. Sin Jesús todo
está perdido.
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