domingo, 25 de febrero de 2018

Resultado de imagen de Mc 9,2-10
Los judíos, el pueblo elegido por Dios está supeditado a Moisés y los profetas. Sus vidas están atadas a la Ley de Moisés y todo avance queda supeditado a ella. Para los judíos eso era muy importante y les impedía aceptar algo nuevo. La subida al monte Tabor marca un punto de inflexión que huele a nuevo y a crecimiento.

Los discípulos que acompañan a Jesús ven a Moisés y a Elías hablando con Jesús, y oyen la voz del Padre que dice: «Este es mi Hijo amado, escuchadle».  Es decir, ahora hay que seguir a Jesús y seguirle significa hacer lo que Él nos diga. Todo lo antiguo queda supeditado a Él y perfeccionado en Él. Por lo tanto, Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

Es la hora también de bajar al camino y continuar la marcha. No podemos quedarnos en el monte mirando a Jesús, sino desde su mirada seguirle en el camino de nuestra propia vida. Y seguirle significa mirarle en cada persona, especialmente en los que sufren y son excluidos de la sociedad, porque ellos son sus preferidos, a los que ha venido a salvar.

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