Ante las obras de Jesús, con las que quedaban asombrados,
otros trataban de desacreditarlo alegando que lo que hacía en complicidad con
el demonio. Disparatado, porque Jesús acababa de expulsar un demonio de una
persona, y, nada más salir el demonio, la persona empezó a hablar. Ante el
asombro de muchos, otros quisieron negarle ese poder.
Disparatado será aducir que Jesús actúa por mediación de Beelzebul,
pues es absurdo que expulse al demonio colaborando con el demonio. La
experiencia nos dice que un reino dividido queda asolado y se destruye. Y es
esa división lo que el demonio trata de introducir en nuestros corazones,
confundiéndonos y sembrando el mal dentro de nosotros.
Por todo eso debemos
estar abiertos a la Gracia de Dios, y no dejarnos intimidar ni confundir por
los acertijos del demonio en boca de otros. Debemos estar unidos y
fortalecernos compartiendo nuestra fe. Y nada mejor que permanecer injertados
en el Espíritu Santo y fieles al Señor.
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