Jesús viene a dar plenitud a ese Plan de salvación que Dios
ha pensado para salvarnos. En él estás tú, y también yo. Jesús es el Amén del
Padre que da sentido y plenitud a la obra de la Alianza de Dios. Y en él todo
se perfecciona, se actualiza y tiene cumplimiento. Todo lo profetizado en la
Ley y los profetas se cumple ahora en Jesús.
Nada será abolido y todo tendrá su valía y momento. Para
aquellos que vivieron antes de Jesús, la Ley era lo que había que cumplir, pero
ahora, Jesús, el Mesías enviado, habla de amor y misericordia. Y el hombre, que
Dios quiere salvar, ocupa el primer lugar en su corazón. Todo está establecido
en función y para su salvación.
Y así todo debe ser
enseñado y practicado, sin dejar de cumplir nada. Ya lo dice el Señor: Por
tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a
los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que
los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».
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