El lavatorio de los pies es una lección de humildad y de servicio.
No, porque se sea más capacitado o se tenga más cualidades y talentos, se es
más grande. Todos somos hijos de Dios, y esa es nuestra mayor dignidad, y la
que nos da todos los derechos y nos hace iguales.
Por lo tanto, también nos ha dicho que el que quiera ser
primero que sea el último. Es decir, que busquemos los últimos puestos, los que
se quedan para servir y ayudar, porque, sólo quien da la vida por el otro
salvará la suya. La dirección es la opuesta al mundo. Para triunfar hay que
servir hasta el extremo.
Hasta el extremo de perder tu vida aquí en este
mundo para ganarla en el otro, en donde realmente interesa. Porque, aquí todo
lo que consigas serán cosas caducas, y sólo te hará feliz lo que nunca muere. Y
eso lo consigues en el Amor de Dios.
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