Posiblemente, los apóstoles eran sinceros y fieles al Señor,
pero, a la hora de la verdad todos le dejaron solos. El miedo, las dudas, el
dolor y las ambiciones les arrastraron a abandonar a Jesús. ¿No nos pasa a
nosotros lo mismo? Nos cansamos de hacer el bien y de resistirnos a las
tentaciones y caemos en la trampa del pecado.
Jesús sufre muchas decepciones y se siente solo y
traicionado. Judas le descubre y lo entrega; Pedro le niega, y otros se
esconden. Y llevaban tres años con Él. ¿Dónde estás tú? ¿Te identificas con
Judas, con Pedro o con los otros? Y sin embargo, Jesús desde la Cruz nos
perdona y nos tiende sus brazos.
Hoy está ocurriendo
lo mismo. Nos casamos de seguirle y nos cansamos porque, quizás, sin darnos
cuenta, lo que seguimos son nuestros proyectos y nuestros planes. Necesitamos
silenciar más nuestro corazón y ponerlo en actitud de escucha silenciosa, e ir
cambiando nuestros planes e ideas, por sus Planes e Ideas. Porque, Él es el
Señor.
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