Hoy no pensamos, meditamos, y nuestros pensamientos
descansan y esperan expectante el desenlace de la muerte de nuestro Señor
Jesús. Esperamos en silencio y la proclamación de sus discípulos. Esperamos en
silencio la respuesta de nuestra esperanza, porque una esperanza depositada en
Jesús nos parece que no puede acabar así. Por eso, en silencio aguardamos que
se cumpla el tiempo señalado. Es día de silencio, de meditación y de espera.
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