Jesús no se ha ido, se queda en la Eucaristía. Nos da su
Cuerpo y su Sangre para alimento de nuestro espíritu y fortaleza contra todos
los obstáculos y tentaciones que el mundo nos pone a nuestro alcance. Nos
conforta con su presencia Eucarística para que nos mantengamos firmes,
esperanzados y alegres. Él no se ha ido, está y sigue con nosotros hasta su
segunda venida.
Vivimos con la esperanza de construir el Reino de Dios. Ese
es nuestro objetivo mientras andamos por este mundo. Sabemos de nuestras
pobrezas y limitaciones, pero también sabemos que Jesús está con nosotros, presente
en cada Eucaristía, y que también ha bajado el Espíritu Santo para fortalecer
nuestro camino y nuestra lucha.
El camino no es
llano, ni tampoco fácil. La lucha es dura, pero conscientes de que vamos
acompañados y que el triunfo está asegurado. Es posible que no lo veamos ni que
tampoco lo experimentemos. Es posible que, incluso, pensemos que lo hacemos mal
y hasta que retrocedemos, pero El Espíritu de Dios va con nosotros y nuestros
caminos torcidos los endereza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.