No puedes bajar la guardia ante tantas ofertas de relajamiento,
de placer y satisfacción. El hombre vive pendiente del fin de semana, como si
de salto en salto buscase ese impulso para sostener su vida. Se aferra a los
pequeños placeres y se rinde a las ofertas que el mundo le ofrece. El peligro
está en el olvido de Dios.
Sólo en el compromiso encuentra fuerza para enfrentarse a la
realidad y a la lucha de vencer sus propios egoísmos. Sabe lo que debe hacer,
pero le cuesta doblegar sus instintos y dominar sus sentimientos y apetencias.
Y en ese debate subyacen sus compromisos y fidelidades.
En ese camino
descubre que no es libre. Está sujeto a muchas inclinaciones que le vienen dadas
por su propia naturaleza. Se experimenta esclavo y le es difícil evitar esos
sentimientos e inclinaciones. Experimenta miedos que le atenazan y le
esclavizan. ¿Qué hacer? ¿Cómo enfrentarse? Se da cuenta que necesita ayuda.
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