sábado, 18 de agosto de 2018

El hombre busca a Dios cuando siente la necesidad y el peligro. Todos hemos experimentado el grito de auxilio cuando estamos en algún apuro. Sale de lo más hondo de nuestro corazón: ¡Dios mío, sálvame!, o ¡Madre, socórreme! Son esos momentos en que nos sentimos pequeños y nos llenamos de humildad.

La humildad es necesaria para despertar la búsqueda, tanto de la verdad como de la del padre. El hombre cuando es humilde busca el encuentro con su Padre Dios, porque en Él encuentra todo lo que necesita y su vida se llena de esperanza y alegría.

Así son los niños, confiados, necesitados y dependientes de sus padres. Les obedecen y les imitan. Quieren ser como ellos. El niño cuando crece debe seguir siendo niño en el sentido de buscar a su Padre Dios, confiar en Él, obedecerle e imitarle en el amor. Por eso nos dice Jesús que tenemos que ser como niños.

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