Si tú amas, respetarás la
Palabra de Dios y tratarás con todas tus fuerzas de cumplirlas. Si la cumples
honrarás a tu padre y madre, no harás daño ni matarás. No serás infiel, no
robarás ni codiciarás los bienes ajenos e irás cumpliendo todos.
Hacer todo eso es bueno, pero
no suficiente. Estar en y con las cosas del mundo nos desvían de cumplir con la
Voluntad de Dios. Nuestra naturaleza humana es débil y renunciar a nosotros
mismos nos es muy difícil y superior a nuestra fuerza de voluntad. Necesitamos
pertrecharnos de la única sabiduría que viene del cielo y, en ella, discernir
el verdadero camino a seguir.
Sólo hay un camino y necesitamos encontrarlo. Todos
los demás no nos llevan a ninguna parte o no nos liberan de las esclavitudes de
este mundo. Y el camino está muy claro. Nos lo reveló Jesús. Seguirle es el
Camino, es la Verdad y la Vida. Fue eso lo que le dijo al joven rico. También nos
lo dice a nosotros. Discernir de qué tenemos que desprendernos es la cuestión.
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