El momento más importante es
el final de nuestra vida, nuestra hora, pero también todos los demás momentos
son importantes. Cada momento es un acto delante de Dios. Él es nuestro público
y nos acompaña y ve aun en los momentos más oscuros y escondidos de nuestra
vida.
Nuestra actitud debe ser
vigilante, prestos siempre a tomar conciencia que Jesús está con nosotros y que
nos asiste, nos auxilia y nos anima. Esa toma de su presencia debe siempre
motivarnos y de despertarnos de actuar tal y como Él quiere, porque Él alumbra
nuestra actuación.
Y tú y yo debemos tener los ojos y oídos bien abiertos
y estar atentos a sus indicaciones y a su llamada. Cada día, cada instante
puede ser una sugerencia, una motivación, una alerta a estar preparado y siempre
vigilante para cuando Él se nos haga presente.
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