Justificamos la riqueza
porque con ella conseguimos muchas cosas. Pero, ¿importan tanto las cosas si al
final van a desaparecer todas? Esa es la pregunta clave, ¿buscar lo perecedero
o lo imperecedero? ¿Buscamos la muerte o la vida? Porque, todo lo de aquí abajo
muere.
Lo más inteligente para todo
aquel que se precie de ser inteligente sería buscar la vida. Pero, no la vida
de este mundo, porque ella perece, sino la vida del alma, la vida que Jesús, el
Hijo de Dios, nos promete. Esa Vida Eterna que Él mismo nos ha ido a preparar.
Esa es la riqueza más grande que podemos atesorar, la
de despojarnos de toda riqueza mundana, que nos empobrece y esclaviza y nos
pierde, y quedarnos con las buenas obras según la Voluntad de Dios, que nos
enriquece y nos prepara para recibir la Vida Eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.