La familia necesita esta
siempre unida, entre otras cosas porque la unidad hace la fuerza y ayuda a
superar los contratiempos. Pero, fundamentalmente, porque Dios nos ha querido
unidos y, por y para eso nos ha concedido el privilegio de ser sus hijos.
Y la unidad familiar se apoya
en el matrimonio, matrimonio que nace en el amor de los esposos, hombre y
mujer, que se comprometen a mantenerse unidos por amor en la presencia del
Señor. Por eso, el matrimonio es un Sacramente donde, siendo los ministros los
propios contrayente, la presencia del Señor en él fortalece por su Gracia, el
vínculo de la unidad y el amor.
Somos semejantes a nuestro Creador, y si su amor es un
compromiso eterno que nos perdona y nos salva por su Misericordia Infinita,
también nuestro amor, semejante al de Él debe sostenerse, por su Gracia, en la
perseverancia y la fidelidad hasta el final de nuestro tiempo en este mundo.
Así correspondemos a su Infinito y Misericordioso Amor.
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