lunes, 29 de octubre de 2018


Hay muchos caminos torcidos en mi vida y muchos errores que la limitan y la empobrecen. Uno de ellos es la ley a la que quedamos sujetos en muchos momentos. Y que ponemos por encima de la dignidad y del bien del hombre.

Porque, la ley está puesta para servir y serle útil al hombre. Es buena siempre y cuando vaya dirigida y en función del hombre. No puede ser nunca la ley estar antes que el hombre, porque desde ese momento deja de ser ley y se convierte en dios y esclavitud.

Jesús, desde el primer momento, lo denuncia y la pone en su sitio. Aquellos judíos la habían colocado como lo primero y a la que había que someterse. Jesús la denuncia y la descubre. La ley está para servir el hombre y, delante de todos y en sábado da prioridad a aquella mujer que sufría un mal de espíritu que la encorvaba.

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