Hay muchos caminos torcidos
en mi vida y muchos errores que la limitan y la empobrecen. Uno de ellos es la
ley a la que quedamos sujetos en muchos momentos. Y que ponemos por encima de
la dignidad y del bien del hombre.
Porque, la ley está puesta
para servir y serle útil al hombre. Es buena siempre y cuando vaya dirigida y
en función del hombre. No puede ser nunca la ley estar antes que el hombre,
porque desde ese momento deja de ser ley y se convierte en dios y esclavitud.
Jesús, desde el primer momento, lo denuncia y la pone
en su sitio. Aquellos judíos la habían colocado como lo primero y a la que
había que someterse. Jesús la denuncia y la descubre. La ley está para servir
el hombre y, delante de todos y en sábado da prioridad a aquella mujer que
sufría un mal de espíritu que la encorvaba.
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