martes, 30 de octubre de 2018

Sabemos que todo lo grande empieza desde lo pequeño. Tiene mucha importancia la perseverancia y la constancia. El trabajo y el esfuerzo de cada día y la fe en persistir e insistir. Pasan los días, pero el esfuerzo se nota y da frutos. La pequeña semilla con su muerte va dando paso al árbol grande.

Y el árbol trae a su tiempo los hermosos frutos. Y hasta las aves hacen en sus ramas sus nidos. Poco a poco, aquella semilla pequeña, va haciéndose, transformada, en un árbol grande. Así es también el Reino de Dios del que tú y yo formamos parte. Con nuestras pequeñas obras crece y se extiende por todas partes.

Dependerá de ti y de mí que el Reino de Dios se construya cada día. Dependerá de tus pequeñas obras, pero importantes. Dependerá, sobre todo, de la Gracia de Dios, pero que necesita que tú y yo la dejemos sembrar en nuestros corazones y le demos nuestra humilde y pequeña tierra para que germine y se haga grande.

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