Necesitamos estar pendiente y
al borde del camino por donde pasa Jesús, el hijo de David. Eso significa que
hay que buscarle y esperar su paso. Pero, sobre todo, escucharle y pedirle capacidad
de discernimiento para saber escrutar el tiempo que vivimos y descubrir el
camino a seguir.
Estar a la espera es estar a
la escucha para distinguir cuando pasa, pues el Señor pasa por nuestra vida
cada día y quizás no lo advertimos. El mundo y nuestras ambiciones nos
distraen. Bartimeo, el ciego del Evangelio de hoy puede ser la clave para
entender nuestra situación.
Él esperaba y supo distinguir cuando realmente Jesús
pasaba por su camino. Y no cesó de llamarlo y de hasta gritar a pesar de que lo
mandaban a callar. Insistió y tuvo su recompensa. Jesús siempre nos escucha y
pasa por nuestra vida. Y nos atiende. Señor, que veamos la Luz para seguirte
con firmeza.
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