Hay un refrán que dice que
quien no llora no consigue lo buscado. Hay pues que llorar, es decir, pedir e
insistir en pedir. Pero, también buscar y llamar. Necesitamos despertar y no
quedarnos con los brazos cruzados como descubríamos ayer. Se hace necesario más
que nunca pedir, llamar y buscar. Es decir moverse y activarse.
Pero, ¿dónde pedimos, a quién
llamamos y buscamos? En el mundo sabemos que, aunque podemos conseguir alguna
ayuda, también hay mucho peligro por la envidia, los intereses propios y
egoísmos. Y, sobre todo, por el propio error y la ignorancia humana. Hay que
levantar la mirada y pedir desde la fe a nuestro Padre del Cielo.
Él lo puede y sabe todo y nunca nos fallará. Nos dará
lo mejor y lo que precisamente nos conviene. No lo que nosotros esperamos y
quizás pedimos, sino lo que realmente es bueno para nuestra salvación. No la de
este mundo, pues tarde o temprano moriremos, sino para la verdadera Salvación,
la de llegar a su presencia y vivir en su Casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.