lunes, 19 de noviembre de 2018

Aquel ciego, Bartimeo, a pesar de no ver su corazón estaba encendido y buscaba la luz. Sin embargo, no le fue fácil estar atento y escuchar los pasos de Jesús. El ruido alrededor trataba de acallarlo y que su voz no llegará al Señor, pero, Bartimeo insistió y cada vez más fuerte.

No tuvo miedo y su coraje pudo más que aquellos que trataban de acallarle. Su fe le impulsaba a insistir y a seguir solicitando piedad al Señor. Y, por supuesto, Jesús le escuchó, porque el Señor escucha a sus hijos. Y le concedió lo que pedía, ver. Ver el Camino, la Verdad y la Vida.

¿Cómo combatimos nosotros nuestra ceguera? ¿Luchamos contra el mundo que nos nubla nuestra vista y trata de acallarnos para que dejemos de solicitar del Señor su misericordia? ¿O insistimos impulsados y alimentados por nuestra fe y confiados en la Misericordia de Dios?

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