Cuando te atreves a caminar por tu cuenta y apartado o
alejado de la Luz que salva y orienta, caminas en vano. Tu camino no progresa y
cada segundo se aleja más de la salvación. Te desgasta en vano y tus esfuerzos
caen en un saco roto. Pierdes el tiempo y tu vida se consume en vano.
Es necesario que levantes tu mirada y busques la Luz, la Luz
que alumbra, que ilumina y que salva. Esa Luz que ha dado la Vida por ti y que
te busca en las tiniebla para levantarte y subirte a la salvación eterna. Él ha
ido a prepararte una morada eterna para, cuando vuelva llevarte con Él.
Y nosotros
necesitamos estar vigilantes, preparados y abiertos a su Luz y a la orientación
de su camino. El Señor tiene Palabra de Vida Eterna y no nos engaña. Si no,
como nos lo dice en el Evangelio de hoy, nos lo habría dicho. Él es el Camino,
es la Verdad y es la Vida.
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