jueves, 3 de enero de 2019

Cuando experimentas un deseo, primero tienes que descubrirlo como algo que necesitas y te es imprescindible. Es lo que llamamos tener hambre y sed de buscar y de encontrar. Los futuros apóstoles habían encendido ese deseo junto a Juan el Bautista.

Y, recibida la señal de Juan, no se resistieron a ese deseo de encontrar a aquel que esperaban. Juan y Andrés fuero los primeros que tomaron esa decisión y se acercaron a Jesús. Es la pregunta que también nosotros debemos hacernos, ¿experimento deseos de buscar y encontrarme con Jesús?

Ese sentimiento debe ayudarnos a discernir si realmente estoy en actitud de búsqueda o simplemente es algo pasajero que no compromete mi vida ni mi conversión. Porque, cuando realmente arde mi corazón, como ocurrió con aquellos hombres, la búsqueda de Jesús se hace irresistible.

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