El afán por ser más grande;
la ambición por tener más y ser más poderoso; la envidia por querer ser mejor
que tú; el orgullo y la soberbia han erupcionado dentro del corazón del hombre
hasta el punto de enfrentarlos a los unos contra los otros.
En ese estado de desamor los
enfrentamientos no han parado. Hoy en la actualidad el hombre sigue en lucha
contra su semejante y, posiblemente, haya más muertes que en tiempos pasados.
Los cristianos son perseguidos por su fe y hay hoy más mártires que en los
primeros siglos del cristianismo.
Todo por el desamor. Cuando
el hombre no ama, odia. Y el odio enciende el deseo de venganza y de muerte.
Necesitamos vaciar nuestro corazón de todo aquello que le violenta y le pone en
lucha frente a su semejante y llenarlo de verdad, justicia y paz para que nazca
el verdadero amor.
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