Hemos recibido una vida
hermosa, incluso las que aparentemente no lo parecen, porque toda vida merece
ser vivida y todas tienen su importancia y su utilidad. Incluso aquellas que
parecen pérdidas y una losa para la misma persona enferma.
Porque, el servicio del
acompañante y el sufrimiento de ambos no será en vano. Claro que es necesario
los cuidados paliativos para aliviar ese tiempo de angustia y sufrimiento, pero
la Gracia, de aquellos que ponen su confianza en Dios, compensa todo el dolor.
Tendremos que responder de
cómo hemos gastada esa vida que Dios nos
ha regalado y hasta qué punto hemos estado dispuestos a cultivarla y cuidarla
para dar los frutos que de ella espera nuestro Creador. ¿Recibimos al Hijo con
los brazos abiertos y dispuestos a darle los frutos que espera de nosotros?
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