jueves, 11 de abril de 2019

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Ciegos tienen que estar cuando no hacen caso a la promesa de salvación que le ofrece Jesús de Nazaret. Una promesa, no en vano, sino con muchas pruebas y razones que la hacen creíble. Delante de nuestro ojos estas sus milagros, su Palabra y, sobre todo, su Resurrección.

Es verdad que nuestra mente no alcanza a comprender tan grande misterio, pero, también es verdad que nuestro corazón desea alcanzar esa eternidad gloriosa y plena. Y Jesús, enviado por el Padre, nos habla de esa promesa que está escrita en nuestros corazones.

Porque, siendo semejantes a nuestro Padre Dios, el sentido común nos descubre que también seremos, porque su Hijo nos lo ha prometido y ha venido para eso, eternos como Él si creemos en la Palabra del enviado y hacemos lo que nos dice.

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