Jesús, en el huerto de los
Olivos, asume su condición humana y voluntariamente se hace obediente a la
Voluntad de Dios. Entrega su Vida, de condición divina, para que la nuestra, de
naturaleza humana, sea reparada y redimida, ya que la nuestra no tiene valor
para merecer la redención.
Y la Voluntad del Padre es
esa, que su Hijo entregue su Vida. Y lo permite para no privarnos de nuestra
voluntad. Porque, el Padre nos ama y nos respeta nuestra libertad, de tal
manera que para salvarnos pone la Vida de su Hijo.
Su Amor es tan grande que nos
lo demuestra de esa forma. Es esa entrega obediente y voluntaria del Hijo lo
que celebramos en esta semana que acaba de empezar. La Pasión, Muerte y
Resurrección de su Hijo para Gloria del Padre y para redención de todos
nuestros pecados. Ahora dependerá de nosotros aceptar esa redención haciéndonos
también obedientes a la Voluntad de Dios.
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