Las consecuencias de los
conflictos y los enfrentamientos entre los pueblos no mejoran las relaciones
entre los hombres. El poder, la riqueza y todo por lo que se empeñan en luchar
y disputarse no les da ni la paz ni la felicidad. Se pasan los siglos
enfrentados, vigilándose unos a otros y en estado de alerta.
Toda esa situación provoca
malestar, tristeza e injusticias. Mientras uno debaten, pleitean y se insultan,
eso sí, viviendo en la abundancia, de comilonas en comilonas, viajes y toda
clase de lujos, otros, sufren sus enfrentamientos y se debaten en la pobreza y
el hambre.
Y eso, parece que les gusta a
los que están arriba. Sabiendo que hay una propuesta presentada por Jesús de
Nazaret, y que dio su Vida por ella, de Amor, y que poniéndola en práctica se
suavizan todos los problemas y se establece la paz y la concordia, miran para
otro lado.
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