Jesús es el Sacerdote eterno
que se ha dado y se sigue dando en cada Eucaristía por todos nosotros. Y lo
hace desde la Cruz donde entregó su Vida para ganar la nuestra para la
Misericordia del Padre.
Y ruega al Padre para que
seamos también nosotros uno como el Padre y Él son uno. Y también para que
aquellos que, oyendo la palabra proclamada por sus discípulos, creen en Él. Se
desvive por guardarnos del mundo porque, el mundo, nos odia como le ha odiado a
Él.
Por eso, a pesar de que
tengamos que permanecer en el mundo, no pertenecemos a él y en el Espíritu
Santo seremos preservados de sus peligros para no caer en sus garras y salir
victorioso. Tenemos la oración de Jesús, el Sumo Sacerdote, que reza por
nosotros al Padre.
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