Jesús nos ha revelado la
importancia del matrimonio y la importancia de su indisolubilidad. Sin familias
unidas y comprometidas en la educación de sus hijos los pueblos desaparecen. La
vida es un don de Dios y desde ella el hombre debe tomar conciencia del valor
que toma la familia.
La vida tomada desde una
dimensión material y humana se animaliza y las relaciones personales derivan en
unos comportamientos irracionales y animales. Las familias se desestructuran y se
resquebrajan y con ellas las sociedades y pueblos.
Por eso la advertencia de
Jesús en el Evangelio de hoy advirtiéndonos el pecado desde las más profundas intenciones
del corazón humano nos revela que sólo con la intención podemos estar
cometiéndolo.
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