Jesús nos lo dice muy claro,
no viene a abolir nada de la Ley sino a darle cumplimiento. Es decir, se trata
de darle sentido a eso que cumplimos, no quedarnos en el mero cumplimiento sin
concretar lo que el espíritu de la Ley nos pone de manifiesto.
Corremos el peligro de
quedarnos en el cumplimiento y llegar a pensar que con cumplir está todo hecho.
Nuestra salvación no depende de nuestros cumplimientos sino de nuestro amor a
los demás. Nuestra salvación no está apoyada en nuestros cumplimientos sino en
la actitud de nuestra misericordia.
Pero, más todavía. Nuestra
salvación no depende de nuestro bien obrar y sentir, porque somos tan pequeños
y pecadores que sólo nos puede salvar, no la Ley y los cumplimientos, ni
siquiera nuestras obras, sino la Gracia y la Misericordia de Dios que nos la
regala.
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