Jesús, interpelado por los
apóstoles para que les enseñara a orar les pone como modelo el Padrenuestro.
Una oración que habla de nuestra filiación con el Padre y que condiciona a toda
ella. Porque, dirigirnos a nuestro Padre cambia toda la relación.
No es lo mismo hablar con un
amigo u otra persona, que hablar con tu Padre. Tu Padre es otra cosa y lo que le
pides sabes que te lo va a dar. Se entiende que sea siempre bueno, no sólo para
ti sino en relación con los demás. Porque, los demás son también hijos y, por
tanto, hermanos tuyo.
Por lo tanto, ponernos en las
Manos de nuestro Padre cambia todo el sentido y la manera de actuar de nuestra
vida, porque todos somos hermanos y estamos relacionados. Luego, el espíritu de
la oración debe siempre estar impregnado del amor a los demás que trae
consecuencias de misericordia.
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