Es de sentido común que
aquellos cristianos no se habían convencido de que Jesús resucitaría. No les
habían entendido y ninguno esperaba con certeza la Resurrección. María Magdalena
tampoco y lo prueba que no comprendía que el sepulcro estuviese vacío. Buscaba
al Señor pero su cadáver.
Creo, y así lo pienso, que
los cristianos de hoy tienen más ventaja, pues tenemos el testimonio de todos
aquellos que perseveraron y que, aunque con dudas y miedos, fueros fieles al
Señor hasta recibir al Espíritu Santo.
Nosotros, aunque las
dificultades y las tentaciones están ahí, tenemos el testimonio de la Iglesia y
sus enseñanzas. Nuestra fe está apoyada en la Madre y Santa Iglesia, que nos
transmite y nos garantiza, apoyada en los apóstoles y por la Gracia de nuestro
Señor Jesús, la Vida Eterna.
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