Igual que Mateo fue llamado,
también tú y yo tenemos nuestra llamada. Quizás no hemos estado atentos, pero,
si somos capaces de revisar nuestras vidas encontraremos momentos que hemos
sido llamados a hacer algo bueno y hemos mirado para otro lado. Es cuestión de
reflexionar al respecto.
Cómo estás gastando tu vida
respecto a los demás es tema de reflexión y de respuesta, porque es eso lo que te
pedirán al final. Otra cosa es que para responder a eso se necesita un alimento
y preparación. Y eso no se encuentra en el mundo, ni tú solo lo puedes
afrontar.
Por eso, necesitas llenar tu
vida del alimento espiritual que fortalece tu vida y tu espíritu, el Cuerpo y
la Sangre del Señor, la Eucaristía. Y la oración y el sacramento de la
reconciliación, porque, lo único que está permitido es levantarse y seguir
adelante.
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