No cabe ninguna duda que todo
está en Manos del Señor, pero nos ha dejado a cada uno de nosotros la decisión
de elegir. Nos lo dice muy claro en el libro del Deuteronomio – Dt 30, 15 -, y
nos da libertad para elegir.
¿Dónde, pues, está el
problema? Posiblemente en que creamos que podemos encontrar el camino por
nuestra cuenta y, lo más peligroso, prescindiendo de Dios. Jesús, el Hijo de
Dios Vivo, vino precisamente para eso, para señalarnos el camino.
Él nos dice: Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida, y con su vida, su actitud ante el mal y las
tentaciones de este mundo nos enseña a responder, a comportarnos y a actuar
según la Voluntad de su Padre. Su principal arma es el Amor.
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