Los apóstoles tuvieron gran
mérito en fiarse del Señor. Esa es su aportación y muy débil, pues sus dudas
estuvieron hasta, Muerto y Resucitado el Señor, que fueron llenos de Espíritu
Santo. Es entonces cuando fortalecidos en el espíritu salen a anunciar la Buena
Noticia.
La fe es nuestra salvación y
lo único que está en nuestras manos, pues Dios, nuestro Padre, nos ha dejado
que seamos nosotros los que decidamos. Fiarnos de su Palabra y creer en Él es
nuestra única esperanza. Todo lo demás es cosa del Poder del Señor.
Pero, necesita nuestra fe. Fe
que nos la da Él también en la medida que nosotros la pidamos y la busquemos.
En la medida que nosotros nos pongamos en sus Manos y le abramos nuestros
corazones. La fe es un don de Dios, pero un don que da a aquellos que escuchan
su Palabra y la ponen en práctica.
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