No todo es camino fácil ni
llano. Hay subidas que nos aceleran el corazón y nos dan mucho trabajo y para
las cuales necesitamos muchos esfuerzos. Las tormentas, tempestades, huracanes,
terremotos…etc., están presentes en nuestros caminos y necesitamos estar
atentos y expectantes.
Pero, esa atención no basta.
Necesitamos que en la barca de nuestra vida vaya quien únicamente nos puede
salvar. Así sucedió con aquellos discípulos. Mientras el mar estaba en calma no
les importaba que Jesús durmiera, pero en cuanto el mar se embraveció la cosa
cambió.
Estaban con Jesús y eso les
salvó de las embestidas de aquellas olas furiosas. No le echaron en falta
mientras todo iba en calma, pero al despertar el viento enseguida acudieron a
Jesús. Sí, Jesús estaba allí y les reprochó que no tuvieran fe en Él. También
nos puede pasar a nosotros. ¿Dónde tenemos a Jesús? ¿Está lejos?
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