miércoles, 24 de julio de 2019

Resultado de imagen de Mt 13,1-9
Mi vida dará frutos según la clase de tierra que prepare en mi corazón. Serán buenos o malos según sea cultivado mi corazón, o, quizás no habrá frutos si la tierra con la que abono mi corazón es pedregosa y, por lo tanto, poco profunda o está llena de cizaña y abrojos.

Conviene, pues, cultivar con esmero, vigilancia y mucho cuidado la tierra que tengo en mi corazón. Conviene abonarla y regarla bien para que pueda dar buenos frutos manteniéndola limpia y dispuesta para dar espacio y profundidad a la raíz a fin de que pueda crecer y desarrollarse.

Y para eso necesito al mejor de los labradores poniendo mi pobre tierra en sus Manos y dejando que sea Él quien la cuide, la abone y la riegue con esa agua limpia y cristalina que salta hasta la Vida Eterna. Sí, Señor, pongo en tus Manos mi pobre corazón para que seas Tú quien lo prepare y lo haga fructificar.

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