Ser libre nos exige una lucha
constante. Una lucha contra nuestras apetencias, comodidades, gustos y
egoísmos. Porque, muchas veces nuestros gustos y apetencias no son lo mejor
para nosotros ni para los otros. Y eso hay que cambiarlo.
Experimentamos que nuestra
libertad está esclavizada y nos impide actuar como nos gustaría. Nos sentimos
impotentes y arrastrados a hacer lo que pensamos que no debemos hacer. Entonces
sufrimos y nos sentimos mal.
Ser libres es sobreponernos a
esas desganas e impotencia y hacer lo que es justo, bueno y conviene al otro.
Es estar disponible para servir por amor. Es decir, de forma desinteresada y
gratuita. Ser libre es realmente buscar el bien y realizarlo.
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