Sabemos y reconocemos que no
soportamos el peso de nuestra naturaleza herida. Su debilidad nos supone una
carga muy pesada para el camino de nuestra vida y Jesús comprende ese
desasosiego que padecemos. Por eso, nos invita a seguirle y nos atiende y cura.
Nuestras debilidades físicas
y de carácter nos aplastan y necesitamos liberarnos. Jesús nos ofrece esa
liberación aunque también nos invita a tomar su yugo, pero un yugo suave y
ligero que, a pesar de sufrir incomprensiones y persecución como Él, nos da
descanso puestos en sus Manos.
Porque, hay una gran
diferencia el cargar con nuestros pecados por nuestra propia cuenta, a ponerlos
en Manos del Señor, para que Él nos los lleve y nos los haga ligeros y suaves y
nos los limpie haciéndonos unos hombres nuevos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.