sábado, 20 de julio de 2019

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Sabemos y reconocemos que no soportamos el peso de nuestra naturaleza herida. Su debilidad nos supone una carga muy pesada para el camino de nuestra vida y Jesús comprende ese desasosiego que padecemos. Por eso, nos invita a seguirle y nos atiende y cura.

Nuestras debilidades físicas y de carácter nos aplastan y necesitamos liberarnos. Jesús nos ofrece esa liberación aunque también nos invita a tomar su yugo, pero un yugo suave y ligero que, a pesar de sufrir incomprensiones y persecución como Él, nos da descanso puestos en sus Manos.

Porque, hay una gran diferencia el cargar con nuestros pecados por nuestra propia cuenta, a ponerlos en Manos del Señor, para que Él nos los lleve y nos los haga ligeros y suaves y nos los limpie haciéndonos unos hombres nuevos.

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