miércoles, 14 de agosto de 2019

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A veces nos ocurre que queriendo decir la verdad cometemos errores que ignoramos o pensamos que no lo son. Debemos escuchar a aquel que nos ayuda a descubrir la verdad y a darnos cuenta de nuestro posible error. Debemos estar abierto a cambiar y a reconocer nuestros errores, pues eso nos descubre que somos pecadores.

Sin embargo, la experiencia nos dice que no es tarea fácil corregir el error o denunciar a aquel que, llamándole la atención, no reconocer su error. Es tarea ardua llevarla ante testigos y más hacerlo ante la comunidad, pero es nuestro deber y como tal debemos hacerlo.

Pero, antes debemos ponernos en oración y pedir la luz necesaria para discernir y saber tanto corregir como advertir del error. No hay oración más fuerte que la que hacemos en la comunidad, porque, desde allí y en la presencia del Señor que se hace presente entre todos, podemos arrancar la luz para comprender nuestros errores.

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