Descubrir el gran Tesoro con el que hemos venido a este
mundo es la gran pregunta y la gran interrogación de nuestra vida. Muchos,
porque cerramos nuestros ojos y oídos a la llamada de Dios perdemos ese gran
Tesoro. Otros, porque sucumbimos a las tentaciones del mundo y damos la espalda
a la invitación que el Señor nos hace.
Ese es nuestro gran problema. Cambiamos ese Tesoro al que
hemos sido invitados a compartir por las corruptibles y caducas cosas que este
mundo nos puede ofrecer. Indudablemente, es el peor negocio de nuestra vida.
Siempre, hasta el último momento tenemos la oportunidad de aceptar, pero cada
instante que dejamos pasar se nos hace más difícil.
Y es que no podemos presentarnos en ese banquete de
cualquier forma. Necesitamos lavar nuestro corazón y revestirnos de la pureza
necesaria que sólo nos la puede dar nuestro Señor. Por eso, escuchar su Palabra
y acogerla en nuestro corazón es la mejor manera de vestirse para, aceptando su
invitación, asistir a ese banquete.
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