No es lo mismo ir de forma temeraria en un coche yendo yo
sólo, sino que, no sólo nuestro pecado
es mayor sino de más responsabilidad cuando lo hago llevando a otros conmigo.
Mis actos temerarios ponen en peligro también la vida de otras personas y eso
hace más grave, si cabe, mi culpa.
De la misma forma mis malos actos pueden ser escandalosos
para otros y le pueden hacer mucho daño hasta el punto de apartarlo de Dios y
ponerlos en su contra. Por eso, mi responsabilidad es muy grande, pues no pongo
sólo en peligro mi vida, sino también la de otros muchos.
Y el Señor dirige duras palabras a aquellos que actúan de
esa manera. Palabras que reflejan la gravedad de nuestra conducta: « ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros
ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. ¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que…!
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